El trabajo del artista Fabio Manosalva se fundamenta en su
propósito de apropiarse de elementos constitutivos de objetos considerados
inservibles, para dotarlos, luego de ser revitalizados y reconstruidos, de una
nueva función dentro de la semántica visual.
El proceso termina y madura en el ojo espectador que
encuentra un relato denunciante, crítico y abismal sobre las falacias que rigen
el sistema competitivo que regula nuestras vidas, con sus dádivas de premios
para la victoria y consolación para la derrota.
Desde este alfabeto visual se delinean múltiples formas de
disparate, exponiendo los cuerpos forzados a la lona y su triunfo inobjetable
desde el polvo mordido.
Destacan mujeres extenuadas tras la lucha desigual,
doblegadas por reglas amañadas y conteos de tiempo cantados patriarcalmente por
árbitros comediantes.
También los rostros de quienes expresan la calaña marginada:
indiamentas, negritudes y mestizajes apátridas, solventando sus desdichas con
fórmulas de alzamiento para eliminar las trampas que les aplastan.
Sin excepción, cada personaje revela la honda soledad del
ser perdido, excluido, marginado, noqueado por las fuerzas determinantes de
jerarquías vencedoras. Ante su derrumbamiento, nuestra mirada es guiada para
atestiguar la faena de un ocaso, acaso para que surja la complicidad sin grieta
o la inútil condolencia.
Estas imágenes, rescatadas de la caducidad de su origen por
una guerrilla de pegamentos, texturas y sustancias extremas, son expuestas en
escenarios variados construidos con restos de toda procedencia: titulares de
prensa, cartas de navegación, mapas declarativos de fronteras, leyendas de
fotografías o palabras huérfanas.
Cada pieza es una oda a la caída, una declaración épica
desde el grito de lucha que es humillado, desde la voz coral de tantas vidas
que son obligadas a desnudar sus pies danzantes justo en el parqué más afilado.
Esta aterradora belleza solo podría provenir de la fragua
patológica de un artista que se confiesa aquejado por incursiones
insurreccionales de triglicéridos, psoriasis envolvente, caprichosa deformación
cerebral y la rotura del desagüe sanguíneo hacia los mares interiores.
Su obra es solo un intento para sacudir broncamente la
superficialidad reinante y provocarnos la aparición de un puntito de conciencia
sobre el estado de este mundo cada vez más luminosamente publicitado por el
cruel éxito de espíritus oscuros.
Rolland Higuita Marín
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